NEUROMA DE MORTON
El neuroma de Morton (Foto 1) es una patología bastante frecuente en el día a día podológico y, recientemente, ha empezado a tenerse en cuenta por parte de la población debido al auge que ha tenido en la prensa y telediarios tras conocerse que la reina Letizia lo padece. Esta dolencia fue descrita por primera vez en 1845 por Durlacher, aunque fue Thomas Morton quien la difundió en 1875, y se trata de una neuropatía por engrosamiento del nervio digital plantar del tercer espacio intermetatarsal, generalmente asociada a microtraumatismos repetidos. No obstante, pueden localizarse en otros espacios intermetatarsales y recibir otra denominación:
- Neuroma de Joplin: neuropatía del nervio plantar medial del primer dedo.
- Neuroma de Heuter: neuropatía del nervio plantar digital del primer espacio intermetatarsal.
- Neuroma de Hauser: neuropatía del nervio plantar digital del segundo espacio intermetatarsal.
- Neuroma de Morton: neuropatía del nervio plantar digital del cuarto espacio intermetatarsal.
- Neuroma de Iselin: neuropatía del nervio plantar digital del quinto espacio intermetatarsal.
La etiología de esta patología se basa en el atrapamiento y/o irritación del nervio a causa de microtraumatismos repetidos que fibrosan el perineuro, es decir, la capa que recubre al nervio. Este proceso está influenciado por factores que aumentan la tensión en el nervio, como pueden ser una dorsiflexión excesivo de los dedos (calzado de tacón), uso de calzado estrecho, inestabilidad biomecánica del antepié, pie plano y pies cavos, entre otros. Como consecuencia, los pacientes refieren dolor quemante y punzante, semejante a un hormigueo o una descarga eléctrica, localizado en la zona plantar de las cabezas de los metatarsianos y que puede irradiarse hacia los dedos. Estos síntomas se agravan con el uso de calzado estrecho y de tacón alto y durante las actividades en las que se apoya el pie, pero ceden tras quitarse el calzado y el cese de la actividad.
El diagnóstico del neuroma de Morton se consigue con la combinación de una exploración clínica y pruebas complementarias. Por un lado, dentro de las maniobras clínicas encontramos el test de Mulder (presencia de «click» a la compresión de las cabezas metatarsales), dolor a la palpación del espacio intermetatarsal afectado o aumento de la sintomatología a la dorsiflexión activa o pasiva de los dedos. Por otro lado, las pruebas complementarias que se pueden realizar son ecografía (masa redondeada, hipoecoica y de bordes nítidos) y resonancia magnética (Foto 3).
El tratamiento de esta entidad clínica puede ser tanto conservador como quirúrgico. Dentro de las medidas conservadoras se encuentran la calzadoterapia (zapatos anchos y con menos de 2.5 cm de tacón), plantillas personalizadas y farmacología oral. Si todas estas medidas fracasan, sería necesario recurrir a terapias más invasivas, como infiltraciones ecoguiadas, radiofrecuencia y cirugía (técnica abierta o técnica percutánea).