VERRUGAS PLANTARES
Las verrugas plantares, conocidas comúnmente como papilomas, son lesiones dermatológicas benignas producidas por el papiloma humano (VPH) y se estima que afecta a un 15-20% de la población, siendo muy frecuente su aparición en niños y adolescentes. A pesar de que no existe una clasificación para estas lesiones, se pueden diferenciar tres tipos en función de su aspecto y localización:
- Verrugas endofíticas: son aquellas que aparecen en la zona plantar y, como consecuencia de la presión a la que están sometidas durante el ciclo de la marcha, tiene un crecimiento endofítico, es decir, hacia dentro. Al estar sometidas a presión suele acompañarse de hiperqueratosis y dolor durante la marcha y suelen tener más crecimiento en profundidad que en superficie.
- Verrugas exofíticas: suelen ser aquellas verrugas que se localizan en zonas que no están sometidas a presión durante la deambulación, como son el dorso del pie, el dorso de los dedos o el arco longitudinal interno (ALI). Como consecuencia, tienen un crecimiento exofítico, es decir, hacia fuera y no suelen presentar sintomatología, aunque pueden tener un crecimiento considerable. Además, a diferencia de las verrugas anteriores, suelen tener mayor crecimiento externo que en profundidad.
- Verrugas en mosaico: consiste en la aparición de varias lesiones de carácter vírico que se diseminan por el cuerpo, pudiendo coexistir lesiones en otras zonas que no son el pie. Suele existir una lesión madre (lesión principal) acompañado de lesiones satélites (lesiones pequeñas), las cuales pueden encontrarse en la misma zona o diseminadas por el cuerpo. Estas lesiones suelen tener gran extensión superficial y poca profundidad.
La etiología de las verrugas plantares se basa en el contagio a través de contacto directo con el virus del papiloma humano o a través de fomes, es decir, de lugares en los que se puede encontrar el virus (piscinas, vestuarios, gimnasios, duchas públicas, etc.). No obstante, para que el virus penetre en el organismo y genera la lesión es necesario una puerta de entrada en la piel (pequeñas heridas normalmente).
Las manifestaciones clínicas que presentan estas lesiones tienen gran variabilidad clínica. Dentro de ellas es importante tener en cuenta el aspecto de la lesión, caracterizado por la presencia de un sangrado puntiforme tras el deslaminado (secundario a la neovascularización que nutre a la verruga) y la interrupción de los dermatoglifos (signo diferencial con otras lesiones, como los helomas), y el tipo de dolor, siendo éste más pronunciado normalmente a la compresión latero-medial de la lesión (signo del pellizco) que a la presión. No obstante, el dolor puede ser similar en otras lesiones (por ejemplo, helomas) y puede no estar presente en todas las verrugas, ya que las verrugas exofíticas pueden ser asintomáticas.
El diagnóstico de esta lesión es puramente clínico, aunque en algunos casos puede costar diferenciar la verruga de otras patologías debido a su gran variabilidad clínica, como se ha comentado en el párrafo anterior. Existen pruebas complementarias, como ecografía o pruebas de laboratorio (por ejemplo, PCR o biopsias), que se pueden realizar, aunque suelen dejarse para lesiones que no responden bien al tratamiento, dudas en el diagnóstico o verrugas con posible aspecto maligno.
El tratamiento de las verrugas es muy diverso y engloba numerosos tipos de terapias. Por ello, en nuestro caso solamente destacaremos las más utilizadas en podología:
- Tratamientos conservadores: ácido nítrico, ácido monocloracético, crioterapia, láser, nitrato de plata, cantaridina y bleomicina.
- Tratamiento quirúrgico: multipunción, láser quirúrgico y resección quirúrgica.